Sucesión de Fibonacci: qué es y el origen de la secuencia divina


Has escuchado nombrar la secuencia de Fibonacci. Es uno de los grandes descubrimientos de la humanidad, utilizado infinidad de veces. Cuando Leonardo de Pisa viajó por África con su padre, a finales del siglo XII, quedó expuesto a una nueva oleada, muy diferente a la de su natal Italia, de conocimientos orientales, principalmente en el álgebra.

Fue especialmente un erudito persa el que llamó su atención y lo marcó de por vida: Al-Juarismi.

Leonardo de Pisa o Fibonacci tuvo una inmersión en el arte del álgebra gracias a Compendio de cálculo por reintegración y comparación, de Mohammed, nombre con que lo escribió Al-Juarismi entre los años 780 y 850, es decir, casi 400 años antes que los números indo-arábigos llegaran a occidente.

Fibonacci fue el encargado de llevarlos a Europa.

Una guerra intelectual por el álgebra

Los números arábigos no fueron del todo bien recibidos en Europa. Hubo mucho rechazo, principalmente de los intelectuales que temían perder el control de tal conocimiento, ya que el sistema romano era complejo para las masas, mientras que el álgebra era muchísimo más accesible para el pueblo. Ahora cualquiera podía sumar, restar o multiplicar con un poco de asesoría.

¿Te imaginas multiplicar CXXIII por XI?

Incluso hubo una prohibición en Florencia que no duró demasiado porque el conocimiento no tiene límites, y terminaron por invadir Europa y sus números romanos

Hallar la secuencia divina en contar conejos

Estando en casa, Fibonacci se topó con una situación de control doméstico que lo llevaría a un gran descubrimiento: la secuencia divina.

El problema era una cría de conejos que disponían a reproducir, para lo cual buscaba saber llevar un conteo y saber cuantos tendría en el futuro. Fue así que comenzó a llevar el registro.

Mes 1: Nace una pareja de conejos. Pareja A

Mes 2: Cruza la pareja A. Sigue existiendo solo una pareja

Mes 3: La pareja A da a luz a la pareja B. Cruza a la pareja A. Hay 2 parejas.

Mes 4: La pareja A da luz a la pareja C. Cruza a la pareja A y B. Hay 3 parejas

Mes 5: A y B dan luz a parejas D y E. Cruza parejas A, B y C. Hay 5 parejas

Mes 6: A, B y C dan a luz a F, G y H. D y E cumplen un mes. Se cruzan A, B, C, D y E. Hay 8 parejas

Mes 7: A, B, C, D y E dan a luz a I, J, K, L y M. Se cruzan A, B, C, D, E, F, G y H. Hay 13 parejas.

El resultado:

… fue una sucesión numérica perfecta: la suma de tu número actual con el anterior sería la próxima:

1… 1… 2… 3… 5… 8… 13… 21… 34… 55… 89… 144… 233… 377… 610… 987…

Esta fue presentada junto a los números arábigos en su Liber Abaci publicado en 1202.

¿Por qué se celebra el 23 de noviembre el Día de Fibonacci?

La respuesta es más sencilla de lo que crees, y se basa precisamente en la secuencia. La comunidad matemática del mundo decidió que este miércoles se celebre el Día de Fibonacci porque la fecha coincide con los primeros números de la secuencia (1,1,2,3).

La secuencia divina en todo y el número áureo

Leonardo no alcanzó a ver la magnitud de lo que había descubierto, y era simplemente la secuencia divina, la preferida de la naturaleza.

Varios estudiosos retomaron el trabajo del italiano, principalmente Édouard Lucas quien dio el nombre a esta secuencia como Sucesión de Fibonacci.

Robert Simon la llevó a otro nivel al relacionarla con el número áureo y el infinito, otro gran enigma y obsesión de la humanidad.

Y es que si divides uno de los números de la secuencia con su anterior, su resultado siempre estará cerca de 1.61803, el número áureo.

Luego comenzaron a identificarla, como en la reproducción de los conejos, en la naturaleza: las ramas de los árboles, las semillas de las flores, las hojas de un tallo, las costras de la piña contadas de abajo hacia arriba.

Prácticamente esta en todo.

El espiral dorado

Los años de estudio de la secuencia, llevaron a diagramarla. Su resultado fue rectángulo dorado formado con cuadros acomodados según la secuencia. Estos también forman una espiral que termina por ser la figura predilecta de la naturaleza y a nuestra vista: el espiral dorado.

Esta figura se encuentra visualmente en la forma de las flores, de los huracanes, de las galaxias, de la vía láctea, la punta de tus dedos o tu rostro, el cuerpo humano ‘contado’ desde el ombligo.

Visualmente es tan perfecta que además de la naturaleza, por sí misma, el ser humano la ha puesto inconscientemente (posteriormente consciente) en el arte.

Se ha descubierto que artistas como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel, solo por citar algunos, lo han utilizado en sus pinturas. También ha sido identificada en composiciones de Mozart y Beethoven.

Algunos artistas del siglo pasado y el actual lo ha utilizado a conciencia, como la poeta Inger Christensen en Alfabeto o Tool en su disco en Lateralus.

Nuestro cerebro están programados para preferir los objetos y las imágenes que usan la proporción divina

¿Te habías dado cuenta?

evt



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