“Los Mitos Detrás de Ser Hombre Parte IV: Nuevas formas” por Guillermo Bueno
En la actualidad se están planteando nuevas maneras de vivir y ser hombre. Hay corrientes fuertes que han puesto al descubierto las formas erráticas de la expresión y desempeño del hombre en la forma convencional.
Algunas de ellas han puesto énfasis que todo ha sido una construcción sociocultural, y que todo es relativo y nada absoluto, dando paso a una deconstrucción del concepto y así, a mediano plazo contrastar los beneficios de uno y otro, y eventualmente descalificar.
Lo cierto es que más allá de que la modernidad continuamente nos desafía a repensar la existencia humana en el sentido de ser hombre, es claro, evidente y lógico que contravenir el código natural y biológico que le da sentido al ser hombre lleva implícita varias contradicciones. Por más que se pretenda, en aras dar espacio a la felicidad, ajustar a las percepciones personales e individuales o colectivas de un hecho dado o condición determinada, termina prevaleciendo el planteamiento de origen. Volver a él o tenerlo como marco de referencia, permitirá no perderse al grado de desvirtuar la esencia y sentido de dicho origen.
En este sentido es necesario tener presente que “… ser hombre está intrínsecamente ligado a la parte biológica de su propia naturaleza. La distinción entre hombre y mujer se basa en las características biológicas, principalmente en los cromosomas sexuales y las características genitales. Sin embargo, la naturaleza humana también se manifiesta en características sociales, culturales y psicológicas que influyen en la forma en que los individuos se desarrollan y se comportan.” Y la forma de expresarlo cobra sentido cuando también cumple en concordancia con dicha naturaleza.
Las nuevas formas de expresar la naturaleza del hombre están necesariamente vinculadas a su supervivencia y no a su extinción o que contravenga su origen y esencia. El dilema radica, para ello, en reconocer que es imperativo saberse humano interdependiente, amoroso, solidario, respetuoso, espiritual, individual y colectivo, pero, sobre todo imperfecto.
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