Manuel Cabeza: el brutal linchamiento y asesinato de un héroe de guerra de origen español por convivir con una mujer mulata en Florida – BBC News Mundo
Amor, celos, racismo, venganza y crueldad extrema fueron los ingredientes del trágico suceso que empañó las fiestas navideñas de 1921 en Key West, Florida.
Más de un siglo después, la historia permanece en la memoria colectiva de la isla más al sur de los Estados Unidos continentales, también conocida como Cayo Hueso, que hoy habitan más de 26.000 residentes.
Allí nació y vivió Manuel Cabeza “El Isleño”, hijo de emigrantes españoles que combatió en la Primera Guerra Mundial.
Se enamoró de una mujer mulata llamada Ángela e iniciaron una vida en pareja, algo que rompía con las reglas sociales del momento y que acabó siendo su sentencia de muerte.
Hemos revisado documentos de la época, entrevistado a expertos locales y contactado a descendientes de El Isleño para reconstruir su historia.
Manuel Head, El Isleño
Manuel Cabeza nació en Key West en 1887, una década después de que se instalaran allí sus padres, Tomás y Clara.
Estos venían de La Habana, Cuba, a donde habían emigrado desde su tierra natal de las Islas Canarias, lo que valió a Manuel, cuarto de seis hermanos, el apodo de El Isleño.
Conocido por su sentido del humor, se hizo llamar “Manuel Head” (Cabeza en inglés) a raíz de una broma y usó ese nombre en algunos documentos oficiales.
Con 20 años partió a Francia para combatir en la Primera Guerra Mundial, donde obtuvo varias medallas por su “heroico servicio”.
Manuel formó parte de un grupo de voluntarios que tendieron un puente sobre un río y salvaron la vida de un grupo de soldados en una difícil y arriesgada operación.
En 1919 regresó a Key West, donde poco después regentó el Red Rooster, un local registrado como cafetería donde, según testimonios de la época, se suministraban licores de forma clandestina pese a la Ley Seca que prohibió el alcohol en EE.UU. desde 1920.
El Isleño comenzó a convivir con Ángela, una joven mulata 13 años menor que él y también hija de migrantes, en su caso cubanos.
En aquellos tiempos, y en ese lugar en específico, no era del todo inusual que personas de diferentes razas mantuvieran encuentros amorosos, pero la convivencia era algo inconcebible: “Simplemente, no era una opción”, indica a BBC Mundo el historiador jefe de Key West, Corey Malcom.
Key West, Cayo Hueso
En la década de 1920 los supremacistas blancos del Ku Klux Klan estaban en su apogeo en Estados Unidos, en especial en los estados del sur como Florida.
La isla de Key West -que por entonces tenía algo menos de 20.000 habitantes, entre ellos aproximadamente el 20% negros- no era una excepción.
“Desde el sheriff, los jefes de la policía y del departamento de bomberos hasta el recaudador de impuestos, casi todos los funcionarios locales estaban vinculados al Klan”, declara a BBC Mundo el escritor Arlo Haskell, autor de un libro y varios ensayos sobre esta isla en el sur de Florida.
Los supremacistas blancos ganaron influencia, explica, como un movimiento reaccionario a la tradicional tendencia inclusiva de Key West, que a finales del siglo XIX había llegado a tener un sheriff y un juez electos de raza negra, algo extremadamente inusual en el sur de EE.UU.
El KKK acostumbraba a hostigar a niños y adolescentes negros, a quienes apaleaba o encarcelaba bajo dudosas acusaciones, como faltar el respeto a mujeres blancas de la isla.
Una de sus prácticas habituales era el tarring and feathering: desnudar a las víctimas, untarlas con alquitrán, cubrirlas de plumas y exhibirlas públicamente como forma de humillación.
También pusieron en su punto de mira a Manuel Cabeza.
Los hechos
El 23 de diciembre de 1921 al menos siete miembros del Klan encapuchados acudieron al negocio de El Isleño para atacarlo.
Entre ellos estaba William Decker, quien, según testimonios en la prensa local de la época, había sido rechazado en varias ocasiones por Ángela, la pareja de Manuel.
Propinaron una brutal paliza al exsoldado, al que alquitranaron y emplumaron para advertir a los habitantes de Key West de las consecuencias de vivir con una mujer mulata, violando las normas sociales de segregación.
Durante el forcejeo, Manuel Head logró desenmascarar a tres de sus atacantes, entre ellos William Decker.
Pese a sus heridas, al día siguiente El Isleño tomó su revólver Colt y pidió a un chófer local que le llevara al domicilio de Decker.
No lo encontró en casa sino dentro de su automóvil, donde lo abordó y lo mató de un disparo en la mandíbula, según los documentos de la época.
Consumada la venganza, Manuel se atrincheró en la torre de un edificio local, desde donde intercambió disparos con miembros del KKK que acudieron a vengar la muerte de su compañero.
Autoridades locales lo convencieron para que se entregara bajo la promesa de protección y lo llevaron a la cárcel del condado.
Sin embargo, esa noche de Navidad el sheriff le retiró la custodia y una horda de supremacistas irrumpió en la prisión para sacarlo de su celda.
Lo golpearon con bates, le dispararon, lo ataron del parachoques de un automóvil, lo arrastraron por la ciudad y finalmente lo ahorcaron de un poste telegráfico, donde siguieron baleando su cuerpo ya inerte con pistolas y rifles.
Qué ocurrió después
Las autoridades judiciales no señalaron acusados y cerraron el caso.
Alegaron que la víctima tenía “mala reputación”, aparentemente por vivir con una mulata, y que su asesinato no había sido planeado sino producto de una acción colectiva de ciudadanos no identificados.
Esto generó indignación en la comunidad cubana de Key West, donde El Isleño tenía su círculo social, e incluso llegó a la prensa en otras partes de Florida y en La Habana, cuestionándose la impunidad de sus asesinos.
La familia de Manuel Cabeza también reclamó justicia, pero solo recibió amenazas de muerte.
“Su padre quería hacer algo para que se procesara a los culpables, pero el KKK lo amenazaba y temía por su vida, así que finalmente dejó Key West y toda nuestra familia se mudó a Tampa”, explica a BBC Mundo Vivian Delgado, nieta del hermano de El Isleño.
Vivian es la descendiente viva más directa de Manuel Cabeza, que murió sin hijos.
Sigue residiendo hoy en la zona de Tampa, a unos 400 kilómetros de Cayo Hueso, donde su madre Estela -sobrina de El Isleño- y el resto de los Cabeza comenzaron una nueva vida tras el suceso.
Antes de fallecer el pasado mayo a la edad de 103, Estela Cabeza regresó a su isla natal para ver honrada la memoria de su tío.
En marzo de 2019, más de 97 años después del asesinato, las autoridades de Key West se reconciliaron con El Isleño, al que dedicaron una ceremonia conmemorativa, un funeral y una lápida militar en reconocimiento a su servicio y su valentía.
“Para los habitantes de Key West, aquella tragedia es una lección sobre cuán feas podían llegar a ser las cosas y la importancia de no repetirlas”, afirma el historiador de la isla.
Malcom explica que, a medida que el Ku Klux Klan generaba cada vez más rechazo en la sociedad estadounidense, también perdió su influencia en las siguientes décadas en Cayo Hueso, que dejó de ser una zona segregada en los años 60 del siglo pasado.
Sobre Ángela, se sabe que abandonó la isla tras el suceso, formó su propia familia y, según un recorte de prensa sin fecha, falleció a los 89 años en Tampa.
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