Jane Mansbridge, la filósofa de la política de la amistad


Jane MansbridgeLuis Grañena

Jane Mansbridge (Nueva York, 1939) dice que al principio de su carrera la movía la esperanza, y ahora, el miedo. Durante los últimos 50 años, las aportaciones en la intersección de política y feminismo de esta prestigiosa politóloga han sido determinantes para evolucionar hacia una sociedad más inclusiva. Cuando en 2018 se le concedió el Premio Johan Skytte, considerado el Nobel de las Ciencias Políticas, el jurado declaró que Mansbridge había moldeado su “comprensión de la democracia en sus formas directa y representativa, con agudeza, profundo compromiso y teoría feminista”.

Para explorar sus ideas, nada mejor que adentrarse en Feminismo, democracia y poder (Gedisa, 2023), un volumen que reúne los textos esenciales de Mansbridge en español, desde 1980 hasta 2023, y que acaba de ser publicado con la edición de Felipe Rey Salamanca, académico colombiano especialista en su obra. Según comenta por e-mail, para él Mansbridge es una de las pensadoras más completas, porque “es filósofa, política y teórica normativa”, y no solo celebra su brillantez en el ámbito profesional, sino también su integridad como persona. “Cierra los ojos cuando piensa y te invita a pensar con ella. Como los buenos amigos, te dice siempre la verdad. Y tiene incorporados en su carácter los ideales de la democracia deliberativa: escucha y es receptiva, pero argumenta con nitidez y ferocidad”.

Mansbridge se doctoró en Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard a los 32 años, coincidiendo con el auge de la segunda ola del feminismo, en la que participó activamente. Por entonces, las mujeres tenían prohibido el acceso a la biblioteca de la universidad y no había ninguna profesora en el departamento de Historia. En 2020 se jubiló con el título de profesora emérita de Harvard, donde trabajó durante 24 años. Su activismo no solo contribuyó a la igualdad de la mujer en el ámbito académico, sino que se convirtió en una de las profesoras más emblemáticas de la Escuela de Gobierno Kennedy, donde enseñó Liderazgo Político y Valores Democráticos. Dos premios llevan su nombre.

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Sus orígenes son humildes. Creció en Weston, Connecticut (un pueblo de unos 10.000 habitantes), y le encantaba cantar en el coro de la iglesia los domingos. Hija de un matrimonio de clase media (su madre se licenció y trabajó como bibliotecaria de investigación una vez que sus hijos se graduaron y su padre fue editor de Cambridge University Press), creció sin televisión, sufriendo acoso escolar los años de secundaria. Quizá esa experiencia explique por qué su activismo ha sido siempre desde el respeto y la consideración hacia el otro.

Una de las contribuciones más significativas de Mansbridge es el concepto de la democracia unitaria o de la amistad, desarrollado en 1980, y que se basa en la igualdad, la empatía, el diálogo y el consenso. Se opone al modelo democrático actual, que denomina democracia adversaria y que considera la enemistad o el conflicto como condiciones intrínsecas a la política.

Mansbridge accede a una videoconferencia cerca de la medianoche, en su escaso tiempo libre antes de dormir. Lo hace sin perder un ápice de lucidez, humor ni amabilidad (su voz es suave, cálida) mientras señala que “prevenir las guerras es una de las prioridades fundamentales de la humanidad en la actualidad”. Una de las formas de conseguirlo, señala, es a través de las nuevas asambleas de ciudadanos seleccionados al azar (lotería democrática) “como modelo para alcanzar acuerdos, donde el primer objetivo de los ciudadanos no sea ganar las elecciones, sino comprender los problemas y proponer políticas públicas efectivas”. En este sentido, plantea un escenario hipotético para abordar la situación política actual en España: “Imagina que 250 españoles, elegidos al azar y representando diversas clases e ideologías, deciden, por ejemplo, con un 85% de mayoría, que otorgar amnistía a los separatistas catalanes es beneficioso para sanar las divisiones del país. Si este grupo expone las razones de su decisión, la reacción pública sería muy diferente de la actual”.

A sus 84 años sigue escribiendo, ahora Everyday Feminism (feminismo cotidiano), un libro basado en entrevistas a mujeres de bajos ingresos a principios de los noventa. Simultáneamente, asesora a la cineasta Elizabeth Wolff para un documental que explora el movimiento feminista en EE UU de 1960 a 1980. Y en su vida personal, es la principal cuidadora de su marido, un destacado intelectual, al que ­Jane describe como el hombre más inteligente que ha conocido, y que ahora sufre demencia. Su motivación para mantenerse activa es mejorar lo que le importa. “Dado que los problemas que me preocupan persisten, la constante necesidad de aclaración conceptual e información factual sobre las ideas y acciones de los demás me impulsa a seguir reflexionando y deseando ayudar”.

Jane Mansbridge apunta a la posibilidad de una guerra nuclear, el cambio climático y el mal uso de la IA como los catalizadores del final del mundo tal y como lo conocemos. “Realmente me preocupa el futuro de mi nieto de siete años”, comenta. En el prefacio de su libro, aborda el miedo existencial de nuestra época y destaca la necesidad de legitimar el ejercicio del poder. “Tenemos todavía que entender y practicar la resistencia”.

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