Israel – Gaza: La profunda brecha que aleja cada vez más la paz en Oriente Medio tras seis meses de guerra – BBC News Mundo
- Author, Jeremy Bowen
- Role, Editor de Medio Oriente, BBC News
A seis meses de los ataques de Hamás contra Israel, la guerra, las enfermedades, el hambre y la muerte azotan a los palestinos en Gaza.
Israel se encuentra profundamente dividido y su primer ministro lucha por cumplir su promesa de una victoria total.
Mientras tanto, Estados Unidos, un aliado vital para Israel, tampoco está de acuerdo en la forma en que está librando la guerra.
Por otro lado, Irán promete venganza por el asesinato a manos de Israel de un importante general iraní en Siria, y meses de conflicto transfronterizo con el aliado de Teherán, Hezbolá, en Líbano, los riesgos de una guerra total en Medio Oriente continúan aumentando.
Las estadísticas muestran los horrores de los últimos seis meses.
Según el Ministerio de Salud, más de 33.000 habitantes de Gaza, la mayoría civiles, han sido asesinados.
De acuerdo con Save the Children, 13.800 niños palestinos en Gaza han muerto y más de 12.009 han resultado heridos.
Unicef, por su parte, informa que al menos a 1.000 niños les han amputado una o ambas piernas.
Al otro lado de la frontera, más de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, fueron asesinados por Hamás el 7 de octubre y 253 personas fueron trasladadas a Gaza como rehenes.
Israel asegura que de los 130 rehenes que aún se encuentran allí, al menos 34 están muertos.
Un equipo de la ONU informó en marzo que tenía “información clara y convincente” de que los rehenes habían sido sometidos a violencia sexual “incluidas violaciones, torturas sexualizadas y tratos crueles, inhumanos y degradantes”.
Además, señaló que había “motivos razonables” para creer que la violencia contra los rehenes continuaba.
Una comuna devastada
El kibbutz (comuna agrícola israelí) de Nir Oz está justo en la frontera de Israel con Gaza. Se siente como una cápsula del tiempo todavía atrapada en los horrores del 7 de octubre de 2023.
Aquella mañana, justo después del amanecer, Hamás rompió y atravesó el alambre que separa ambos territorios.
Cuando el ejército israelí llegó a la comuna, poco después del mediodía, una cuarta parte de los aproximadamente 400 israelíes que vivían allí habían sido asesinados por Hamás o tomados como rehenes.
Ron Bahat, un hombre de unos 50 años, que creció en Nir Ozme, me mostró los alrededores.
Ron y su familia sobrevivieron gracias a la buena suerte y a unos brazos lo suficientemente fuertes como para mantener cerrada la puerta de un cuarto seguro de su casa cuando Hamás entró.
Caminamos a través de las pequeñas casas de la zona, con jardines que ahora se encuentran cubiertos de maleza.
Muchas casas tenían agujeros de bala o estaban quemadas.
Mientras caminábamos, Ron apuntaba a las casas de amigos y vecinos que fueron asesinados o trasladados a Gaza.
En una casa que quedó gravemente destruida, una pila de ropa infantil cuidadosamente planchada había sobrevivido al incendio. Pero la familia que vivía allí no corrió con la misma suerte.
Una sombría ironía es que Nir Oz es parte de un movimiento de izquierda cuyos miembros tradicionalmente apoyan la idea de paz con los palestinos.
Seis meses después de que Hamás cruzara hacia Nir Oz, Ron no se siente dispuesto a realizar concesiones.
“Mira, deseo que haya un líder que lleve algo de prosperidad allí, porque al final debemos tener paz. Pero cualquiera que apoye a Hamás es nuestro enemigo. En el momento en que dejen sus armas, la guerra se detendrá. Si Israel deja las armas, nosotros dejaremos de existir. Ésa es la diferencia”.
En Nir Oz, los cristales rotos todavía crujen bajo nuestros pies y las casas huelen a madera y plástico quemados.
Algunos de los residentes que sobrevivieron han regresado brevemente, pero la mayoría no se acerca y vive en hoteles en el centro de Israel.
Yamit Avital regresó por unas horas, para mostrarle la comuna a un amigo.
Esa mañana de octubre, estaba en Tel Aviv. Su marido se quedó en casa y logró escapar con los niños. Su hermano, que vivía no muy lejos, fue asesinado.
Las manos de Yamit tiemblan cuando habla de la posibilidad de volver a vivir en Nir Oz.
“No lo sé, es demasiado pronto… Quizás sólo cuando los rehenes regresen podamos empezar a pensar en ello”.
Pruebas de posibles crímenes de guerra
Nadie ha podido llevarme y mostrarme las ruinas de Khan Younis o de la ciudad de Gaza, o las tiendas de campaña de alrededor de 1,4 millones de civiles desplazados en Rafah, de la misma manera que Ron Bahat me mostró Nir Oz.
Esto se debe a que los periodistas internacionales no pueden informar desde Gaza, ya que Israel y Egipto, que controlan las fronteras, no los dejan entrar.
La única excepción han sido los viajes a los que sólo se puede acceder mediante invitación y que están altamente supervisados y organizados por el ejército israelí.
Estuve en uno de ellos, al norte de Gaza, a principios de noviembre. Aproximadamente apenas un mes después de iniciada la guerra, el poder de fuego israelí ya había reducido la zona a un páramo.
Se están acumulando pruebas de que tanto Hamás como Israel pueden haber cometido crímenes de guerra.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya está investigando a Israel por acusaciones “plausibles” de genocidio contra los palestinos en un caso presentado por Sudáfrica.
La CIJ no puede juzgar un caso contra Hamás, que está clasificado como organización terrorista por Estados Unidos y Reino Unido, ya que no es un Estado.
“Matar niños es matar niños”
Israel rechaza la acusación de que es culpable de genocidio.
Para muchos de sus ciudadanos y partidarios resulta grotesco y ofensivo alegar que el Estado creado después de que la Alemania nazi asesinara a seis millones de judíos en el Holocausto está cometiendo genocidio.
Uno de los abogados de Israel, Tal Becker, dijo a los jueces del tribunal de La Haya que “el terrible sufrimiento de los civiles, tanto israelíes como palestinos, es ante todo el resultado de la estrategia de Hamás”.
Los palestinos ven las acusaciones a través de una lente diferente, moldeada por años de ocupación militar por parte de Israel. Muchos palestinos creen que Israel ya ha creado un Estado de apartheid que les niega los derechos más básicos.
En Jerusalén, durante la Pascua, un destacado activista político cristiano palestino, Dimitri Diliani, me dijo que “matar niños es matar niños. No importa quién es el niño que está siendo asesinado. No importa quién está matando”.
“Reconozco el Holocausto, pero eso no significa luz verde para que Israel cometa genocidio contra mi pueblo o cualquier otro pueblo”.
Las deliberaciones de la CIJ llevarán años y los acusadores de Israel tendrán que demostrar su intención de ganar el caso.
La guerra y las muertes de civiles no equivalen por sí solas a genocidio.
Hambruna inminente
El equipo legal de Sudáfrica sostiene que declaraciones como la hecha por el Ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, el 9 de octubre, muestran una intención genocida.
“He ordenado un asedio completo a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, todo está cerrado”, dijo después de visitar el Comando Sur del ejército en Beersheba.
“Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”.
Israel se vio obligado por la presión internacional, especialmente de Washington, a relajar aspectos del bloqueo que el ministro preveía.
Pero lo que llega a Gaza sigue siendo tremendamente insuficiente.
Seis meses después, Gaza se enfrenta a una hambruna inminente, según la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC), un organismo respaldado por gobiernos, la ONU y grupos de ayuda para proporcionar información y análisis rigurosos y apolíticos en una emergencia alimentaria.
Oxfam informa que 300.000 personas atrapadas en el norte han vivido desde enero con una media de 245 calorías al día, el equivalente a una lata de frijoles.
La catástrofe humanitaria de Gaza también ha sido registrada en detalle por periodistas palestinos, civiles que publican publicaciones en las redes sociales y las organizaciones internacionales que dirigen la operación de ayuda, cuyo personal puede ingresar al territorio.
Un punto de inflexión para Biden
Siete miembros de la Cocina Central Mundial (WCK), que proporcionaba millones de comidas, fueron asesinados por el ejército israelí el 1 de abril.
Sus muertes indignaron al presidente Biden y a otros líderes occidentales que son aliados incondicionales de Israel. Su condena de los asesinatos dejó a Israel aún más aislado.
Israel no espera ninguna simpatía por parte de gran parte del mundo. Pero ha llegado a esperar apoyo y comprensión de poderosos aliados occidentales.
En cambio, han rechazado la afirmación de Israel de que no impide la entrada de suministros de ayuda.
El presidente Biden obtuvo concesiones inusualmente rápidas de Israel, que prometió un mayor acceso humanitario a Gaza en una declaración publicada apresuradamente en medio de la noche aquí en Jerusalén.
Quizás amenazó con imponer condiciones al uso de armas estadounidenses en Gaza.
El asesinato del equipo WCK parece haber sido un punto de inflexión para el presidente Biden, cuyo respaldo a Israel ha sido una constante a lo largo de su larga carrera en política.
Apoyar a Israel sigue siendo su principio firme, pero Estados Unidos ya no está dispuesto a convertir eso en una red de seguridad para Benjamín Netanyahu y sus socios extremistas de coalición.
Los palestinos se preguntan, con cierta ira y frustración, por qué fue necesaria la muerte de siete trabajadores humanitarios, entre ellos seis occidentales, para marcar la diferencia, después de que tantos miles de habitantes de Gaza han sido asesinados.
Las agencias de ayuda que operan en Gaza dicen que el ataque contra los trabajadores humanitarios no fue un incidente aislado, sino el resultado de un arraigado desprecio por las vidas de los civiles palestinos.
La indignación del presidente Biden puede haber tardado en llegar, pero podría crear un punto de inflexión en la guerra.
Durante el próximo mes, aproximadamente, una forma de evaluar el cambio es simplemente contar si Israel está matando a menos civiles palestinos o si una mayor ayuda alimentaria y médica puede salvar a Gaza de la hambruna.
Otra prueba será si Netanyahu desafía a la oposición estadounidense y sigue adelante con un ataque terrestre a Rafah, donde Israel dice que las unidades organizadas de Hamás que quedan deben ser destruidas.
Estados Unidos dice que eso no debe suceder hasta que Israel pueda encontrar una manera de proteger las vidas de casi 1,5 millones de palestinos que se han refugiado allí.
Benjamín Netanyahu ha cumplido la “poderosa venganza” que prometió a los israelíes el 7 de octubre. Sus otras promesas de victoria total, destrucción de Hamás y devolución de los rehenes no se han cumplido.
Dentro de Israel, enfrenta una severa presión política. Sus índices de aprobación en las encuestas de opinión se han desplomado.
La semana pasada en Jerusalén, miles de manifestantes que ondeaban banderas israelíes bloquearon las calles alrededor del parlamento exigiendo la renuncia del primer ministro y nuevas elecciones.
“Netanyahu tiene interés en prolongar la guerra tanto como pueda, porque mientras la guerra continúe, puede decir que ahora no es el momento de nuevas elecciones”, dijo Nava Rosalio, uno de los líderes del movimiento anti-Netanyahu.
Su grupo se llama Busha en hebreo, que se traduce como vergüenza.
“Dice que ahora no es el momento de buscar quién es el responsable, que en realidad es él. Por eso prefiere mantener a los rehenes en Gaza y prefiere alargar la guerra”.
Cuando Hamás atacó, Israel estaba profundamente dividido por las políticas de derecha de su gobierno y las guerras culturales entre israelíes seculares y religiosos.
En medio de la conmoción que siguió, los reservistas que habían suspendido su servicio militar como parte de las protestas se apresuraron a volver a ponerse el uniforme.
Las manifestaciones se suspendieron en aras de la unidad nacional.
Seis meses después, ya no se considera antipatriótico protestar contra el fracaso en poner fin a la guerra y liberar a los rehenes. Las divisiones de Israel están nuevamente abiertas.
Netanyahu enfrenta duras acusaciones de que su prioridad es su propia supervivencia política.
Para permanecer en el poder, debe preservar su coalición, que se basa en el apoyo de los partidos judíos ultranacionalistas.
No sólo se oponen a la liberación masiva de prisioneros de seguridad palestinos para comprar la libertad de los rehenes israelíes, sin la cual no se producirá un alto el fuego.
Los dos principales aliados ultranacionalistas de Netanyahu, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, van más allá.
Que los palestinos se vayan
Ambos quieren que los palestinos abandonen Gaza para que los judíos puedan establecerse allí.
El primer ministro, conocido por sus habilidades en las artes oscuras de la política, está realizando un acto de equilibrio para mantenerlos contentos mientras niega que las opiniones de Smotrich y Ben-Gvir reflejen la política gubernamental.
Antes de octubre, las divisiones de Israel debieron haberlo hecho parecer vulnerable a Hamás.
Seis meses después, los mismos cismas dentro de Israel sobre el presente y el futuro están haciendo que sea más difícil ganar la guerra.
Capturar o matar a Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza y autor intelectual de los ataques del 7 de octubre, daría a Israel la oportunidad de declarar la victoria.
Pero todavía está vivo y envía sus respuestas a las propuestas en sucesivas rondas de conversaciones de alto el fuego desde dondequiera que se esconda.
Se cree que está en algún lugar de la red de túneles de Hamás, protegido por guardaespaldas y un escudo humano de rehenes israelíes.
Yahya Sinwar debe estar decepcionado de que los palestinos de Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, no se hayan levantado en apoyo a Gaza.
Algunos deben tener una visión a largo plazo, esperando ver cómo se desarrollan los acontecimientos en Gaza y en todo el Medio Oriente. Otros están luchando por alimentar a sus familias ahora que a miles de palestinos ya no se les permite trabajar en Israel. Algunos tienen miedo.
Israel ha lanzado muchas incursiones mortales contra grupos armados en Cisjordania, matando a transeúntes inocentes en el proceso y arrestando a miles de personas que se encuentran detenidas sin juicio.
Algunos agricultores palestinos han sido expulsados de sus tierras tras una intimidación violenta y en ocasiones mortal por parte de colonos judíos extremistas.
Las encuestas de opinión muestran un fuerte apoyo entre los palestinos a los ataques del 7 de octubre, aunque muchos niegan la evidencia de que Hamás haya cometido atrocidades.
En una ruidosa manifestación contra los israelíes en Ramallah, Cisjordania, le pregunté a Joharah Baker, un activista palestino, si los ataques de Hamás habían acercado a los palestinos a la independencia del dominio israelí. Ella dijo que ese no era el punto.
“Lo que ocurrió el 7 de octubre es sólo una cosa (producto de) muchos largos años de opresión… Nuestra lucha continuará hasta que seamos libres. Eso es lo que haría cualquier pueblo bajo ocupación, bajo opresión, bajo colonos coloniales”.
Según el principal encuestador palestino, Khalil Shikaki, incluso aquellos a quienes no les gusta Hamás aprueban la forma en que sus ataques han vuelto a colocar el deseo palestino de independencia en el mapa político de Medio Oriente.
Sus últimas encuestas indican que los palestinos más jóvenes no creen que alguna vez surja la solución de dos Estados, una Palestina independiente junto a Israel.
En cambio, dice, una pluralidad de menores de 30 años quiere un Estado único entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, en el que creen que podrían luchar y ganar derechos democráticos.
“Nelson Mandela palestino”
Comparan su lucha con la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y creen que tienen a un Nelson Mandela palestino esperando en una cárcel israelí.
Se trata de Marwan Barghouti, encarcelado desde 2002 y cumpliendo cinco cadenas perpetuas por asesinato.
Si se postulara para presidente, todo indica que ganaría fácilmente. Aunque es líder de la facción palestina rival, Fatah, Hamás puso el nombre de Marwan Barghouti en la lista de prisioneros que quieren liberar a cambio de rehenes.
Es imposible imaginar que los judíos israelíes renuncien alguna vez a la naturaleza judía de su Estado. El hecho de que los palestinos vean esto como una posibilidad es otra señal de la distancia entre ellos.
Seis meses después de iniciada la guerra, no hay señales inmediatas de que esté terminando.
Benjamín Netanyahu ha evitado dar detalles sobre cómo se gobernaría Gaza cuando termine esta guerra, excepto insistir en que Israel debe tener el control; en otras palabras, una ocupación.
Ha rechazado la propuesta de Estados Unidos de reemplazar las tropas israelíes con una fuerza de la Autoridad Palestina, que administra partes de Cisjordania. Los estadounidenses quieren una Autoridad Palestina revitalizada que eventualmente gobierne Gaza.
Proceso mutuo de deshumanización
Lejos de las salas de conferencias donde los líderes discuten el futuro, la guerra ha creado otro enorme obstáculo para la paz.
Los palestinos y los israelíes no han sospechado tanto unos de otros desde las turbulentas décadas de asesinatos, secuestros y guerras de los años cincuenta y sesenta.
El encuestador Khalil Shikaki identifica un proceso mutuo acelerado de deshumanización desde el 7 de octubre.
“Los palestinos no son vistos como socios para la paz. No son vistos como personas que merecen igualdad debido a lo que hicieron el 7 de octubre. Por lo tanto, ellos (los israelíes) cuestionan su humanidad. Lamentablemente, vemos acontecimientos similares también entre los palestinos que ven lo que está sucediendo en Gaza”.
“Y dicen que aquellos que atacan a mujeres y niños, que matan deliberadamente a familias enteras y derriban barrios enteros, no pueden ser humanos también. Por eso los ven como monstruos”.
“Esta deshumanización es absolutamente desastrosa para el futuro”.
Información adicional de Oren Rosenfeld, Fred Scott y Kathy Long
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.