“Estoy decepcionada de nuestro país”: los turistas estadounidenses que quieren pasar inadvertidos en Francia en la era Trump – BBC News Mundo
- Autor, Andrew Harding
- Título del autor, Corresponsal de BBC News en París
Paseando bajo un sol radiante por la grava impecablemente rastrillada de los jardines de las Tullerías de París, los turistas estadounidenses Barbara y Rick Wilson no iban precisamente de incognito. Pero esa misma mañana, en su primer viaje a Francia, Rick, de 74 años, había tomado una precaución inusual.
Antes de salir del hotel, había tomado un pequeño trozo de cinta adhesiva negra y había tapado la bandera de las Barras y Estrellas en la esquina de su gorra de béisbol.
“Estamos hartos. Es horrible. Simplemente horrible”, cuenta Rick, mientras él y su esposa reflexionaban sobre la repentina sensación de vergüenza que, según dicen, sienten ahora, como estadounidenses, tras las abruptas medidas del presidente Trump sobre los aranceles comerciales globales.
Barbara, de 70 años, incluso llevaba un pequeño prendedor canadiense en el bolsillo, un regalo de otro turista, que pensó que podría ser útil si era necesario recurrir a más subterfugios.
“Estoy decepcionada de nuestro país. Estamos indignados por los aranceles”, explica.
A pocos metros, entre la multitud que se congregaba frente al Museo del Louvre, otra pareja estadounidense también intentaba mantener un perfil más bajo de lo habitual.
Chris Epps, un abogado neoyorquino de 56 años, había decidido vestirse un poco diferente en la visita que haría hoy.
“No llevo la gorra de los Yankees de Nueva York. La dejé en el hotel. Puede que la gente se nos acerque y nos trate de forma diferente. Pero hasta ahora, todo bien”, añade.
“Una caída drástica”
Mientras el mundo lidia con las implicaciones de la turbulenta estrategia de Donald Trump para transformar el sistema comercial global, los impactos se sienten no solo en los mercados bursátiles, las empresas y los fondos de inversión, sino también de maneras más sutiles, especialmente aquí en Francia, un país que sigue atrayendo a un gran número de turistas estadounidenses y que mantiene una relación centenaria, estrecha y a veces tensa con ese país.
Para ser claros, no hay indicios de que los estadounidenses sean menos bienvenidos aquí que antes. Nuestras entrevistas con una selección aleatoria de turistas también se realizaron poco antes de que el presidente Trump revirtiera algunos de sus aranceles.
Fuente de la imagen, Getty Images
Sin embargo, la conmoción y la ira generadas en Europa por los acontecimientos de la semana pasada han alimentado la percepción de una ruptura transatlántica mucho mayor: un desplazamiento de las placas tectónicas de las relaciones internacionales.
Por supuesto, es muy pronto para sacar conclusiones. Los estadounidenses no están ni mucho menos unidos respecto a las acciones de su gobierno y gran parte de la evidencia del cambio de opinión es anecdótica.
Pero ya se aprecian algunos efectos perceptibles en los viajes, el turismo, el mundo académico y otros ámbitos.
“Es una caída drástica”, afirma Philippe Gloaguen, fundador de Le Guide du Routard, una de las guías de viajes más prestigiosas de Francia.
Sentado detrás de su escritorio, en París, señala que los pedidos que ha recibido de sus guías sobre Estados Unidos han caído un 25% en lo que va de año.
No es que Gloaguen se queje. De hecho, todo lo contrario.
“Estoy muy orgulloso de mis clientes. Son jóvenes, con buena formación y muy democráticos. Esta fue la realidad para Putin… y para China. Sabemos cuándo hay una dictadura en un país”, señala, argumentando que sus lectores franceses comenzaban a ver a Estados Unidos de forma similar.
“No quieren gastar su dinero en Estados Unidos”, continua Gloaguen, quien ve su publicación como una especie de veleta democrática global.
Cuenta que la abrupta caída de las ventas en las guías sobre Estados Unidos se vio compensada por un aumento en las ventas de libros sobre “Canadá y otros países”.
“Los aliados más antiguos”
Otras evidencias del sector turístico comienzan a respaldar la idea de un creciente desencanto con Estados Unidos.
La empresa de proyecciones Oxford Economics ya predice una caída del 8,9% en el número de franceses que viajan a Estados Unidos este año en comparación con 2024.
Otro análisis reciente sobre expatriados franceses residentes en Estados Unidos, reveló que un notable 78% de ellos se muestra ahora “particularmente pesimista” sobre su futuro en el país, mientras que el 73% de los encuestados en Francia, en marzo, creía que Estados Unidos ya no era un “aliado”.
Mientras tomaba un café por la mañana en una cafetería parisina, Nicolas Conquer, un entusiasta partidario de Trump con doble nacionalidad franco-estadounidense y líder de la rama parisina de Republicanos en el Extranjero, reconoció “cierta volatilidad” debido a los aranceles, pero argumentó que una “narrativa mediática” estaba creando una falsa impresión de tensiones en las relaciones transatlánticas.
“Sigo firme… recordándole a la gente que Francia y Estados Unidos han sido los aliados más antiguos”, asegura Conquer y añade que cualquier reacción negativa a la agenda de Trump de “Estados Unidos Primero” se basa en una visión “infantil o inmadura” de las relaciones internacionales.
“Todos saben que debemos tener una soberanía fuerte, un patriotismo sólido, y que… como los partidarios de Trump apuestan por Estados Unidos Primero, esperaríamos que… los gobiernos europeos también promovieran Reino Unido primero, Alemania primero, Francia primero”, dice.
Nerviosismo
Pero la preocupación por las recientes acciones y retórica del gobierno de Trump -no solo en relación con los aranceles, sino también con Ucrania y Groenlandia- es generalizada en toda Francia y difícil de pasar por alto.
Políticos, periódicos y programas de entrevistas de televisión se han dedicado a analizar los cambios, a menudo con un tono de amarga desilusión.
En la práctica, el resultado ha sido en ocasiones ofrecer apoyo a las personas que son percibidas como víctimas del gobierno de Trump, con instituciones científicas francesas, respaldadas por el gobierno francés, comenzando a ofrecer plazas a investigadores estadounidenses que han perdido sus empleos debido a los recortes en la financiación gubernamental.
En otros lugares, hay indicios de nerviosismo ante el simple hecho de viajar a Estados Unidos.
La prestigiosa Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS, por sus siglas en francés) de París envió recientemente una advertencia a sus estudiantes, tras reportes de extranjeros que fueron interrogados sobre sus creencias políticas y se les negó la entrada a EE.UU.
“Les instamos a ser extremadamente precavidos al viajar al extranjero. Es importante no viajar con su equipo habitual, sino utilizar un computador compartido que contenga únicamente los datos necesarios para su estancia y ningún dato sensible. Durante los controles fronterizos, algunos servicios de seguridad podrían exigir el desbloqueo de dispositivos digitales para acceder a información, incluso privada”, escribió un profesor de la EHESS en un correo electrónico grupal visto por la BBC.
“Una relación de amor”
Las relaciones entre París y Washington han superado muchas crisis previas, como la que estalló tras la decisión de Francia de no participar en la invasión de Irak de 2003 o la más reciente disputa sobre los llamados a la devolución de la Estatua de la Libertad.
Pero la amistad de Francia con Estados Unidos nunca ha sido tan incondicionalmente “especial” como la que proclaman, por ejemplo, los británicos.
Los franceses pueden adorar el cine de Hollywood, la música country y el encanto del Sueño Americano, y celebrar lazos que se remontan a la guerra de independencia de Estados Unidos, pero también han mantenido cierta distancia, rechazando lo que aquí se conoce como le woke-isme y, hoy más que nunca, celebrando la determinación del presidente De Gaulle de construir una fuerza disuasoria nuclear totalmente francesa, independiente tanto de la OTAN como de Estados Unidos.
“El pueblo estadounidense sigue siendo nuestro amigo, pero [Trump] ya no es nuestro aliado”, dijo recientemente el expresidente francés François Hollande.
“Es definitivamente una relación de ‘amor’ y no siempre de ‘gustar'”, señaló Kerry Halferty-Hardy, presidenta del Club Estadounidense de París, citando la ambivalente letra de la famosa canción de Serge Gainsbourg, “Je t’aime – moi non plus”.
Mirando hacia la Torre Eiffel, desde su apartamento de París, Halferty-Hardy argumentó que los valores compartidos de libertad y de la Ilustración que unen a Francia y Estados Unidos “no se pueden eliminar fácilmente, y ciertamente no sobre la base de un gobierno”, pero reconoció que “nadie puede ignorar lo que se ve en los titulares”.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.