En defensa de las soluciones creativas
Junts pide al PSOE soluciones creativas para evitar que la justicia alcance a los delincuentes. Por algún resquicio se puede colar el Estado de derecho y darles un disgusto. La creatividad nos ayudaría a resolver muchos de nuestros problemas, y cuando digo nuestros me refiero sobre todo a los del presidente del Gobierno, que para eso encarna el interés general.
Robert Shrimsley propone una solución para salvar el mundo y los museos. Las galerías, explica, se han convertido en un lugar peligroso: en cualquier momento puede aparecer un activista climático y arrojarte sopa o salsa de tomate. Lo mejor es convertir estas protestas en una forma de arte. En ellas hay drama, performance y también margen de mejora: los encuadres pueden ser más elegantes y la comida es demasiado occidental. Las salsas arrojadas a los cuadros (protegidos por un cristal) deberían reflejar la diversidad española y la sensibilidad anticolonial del ministro Urtasun. La propuesta atraería a empresas privadas o, mejor aún, participadas por el SEPI.
Las tensiones por el cambio climático también impulsan las protestas de los agricultores. Comisiones Obreras ha dicho que no son trabajadores sino empresarios, y algunos comentaristas se han asombrado con lo caro que es un tractor. A fin de reducir el consumo de combustibles fósiles y de combatir el paro y el hastío que generan las pantallas, podríamos incentivar la sustitución de tractores y mulas mecánicas por graduados en humanidades con patinetes, que circularían sobre caballones recitando a Judith Butler y Byung Chul-Han para ilustración de los agricultores.
Ahí los jóvenes pueden aprender del presidente del Gobierno, que cada día da muestras de esa saludable creatividad: distinguiendo entre malversación buena o mala, entre terrorismo cuqui y terrorismo chungo, firmando libros de memorias que le escriben altos cargos, valorando canciones de Eurovisión y defendiendo “la provocación”, que según él debe venir de la cultura. ¿Cuál es la transgresión buena? La que diga el Gobierno. Otro problema que se beneficiaría de una solución creativa es la justicia. Hay varias propuestas de reforma del CGPJ, incluso alguna excéntrica como que se cumpla la ley vigente, explicada por Manuela Carmena, pero no bastan. Una democracia avanzada como la española puede permitirse prescindir de los jueces. Para administrar la justicia ya tenemos a los políticos y a los periodistas. @gascondaniel
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