Mi Ciudad

El viejo que quiso vengar a Zapata

Texto tomado del libro 101 Rumores y Secretos en la Historia de México escrito por Marcel Yarza.

Emiliano Zapata Salazar nació el 08 de Agosto de 1879 en San Miguel Anemecuilco, municipio de Ayala, estado de Morelos y murió el 10 de Abril de 1919, asesinado en la Haciendo de Chinameca, también en Morelos. Precisamente su asesinato, perpetrado en un acto cobarde traición, da lugar al rumor que aquí se cuenta.

El Caudillo del Sur, como se le conoció al revolucionario más importante de los ejércitos libertadores de México, el hombre que exigió tierra y libertad para todos los mexicanos, fue también el bienamado del pueblo. Cualquier hombre o mujer que lo haya conocido o escuchado habría estado dispuesto a dar la vida por él, que todos los días se la jugaba por los otros.

Es por eso que su muerte despertó la rabia y la furia de muchísimos compatriotas, quienes lloraron durante varios días la traición. Pero de entre todos aquellos a quienes la muerte del general conmocionó, hubo un hombre que sobresale de manera específica: Toribio Arriaga, el viejo que quiso vengar la muerte de Zapata.

Dice el rumor que cuando Toribio supo que el culpable del terrible acto se llamaba Jesús María Guajardo Martínez juró sobre ese nombre que no descansaría hasta enterrar al asesino. Entonces, sin descanso, comenzó a buscarlo por mar y tierra, preguntando donde fuera necesario y viajando en su caballo hasta donde las pistas que iba consiguiendo lo llevaban.

Y fue así como cruzó México, con destino hacia Estados Unidos, pues le había dicho que el tal Jesús María Guajardo se había avecindado en el poblado norteamericano de Eagle Pass, en el condado de Maverik, Texas. Cuando Toribio llegó al lugar, lo único que consiguió fue que le dijeran que el asesino ya no estaba ahí, pues se había ido a vivir, hacía apenas unos días, a Piedras Negras, Coahuila.

Toribio subió a su caballo y, sin decir nada, sin reclamar nada, regresó a México, siguiendo el camino del matón. Era de madrugada cuando llegó a Piedras Negras, donde se alojó en una casa de huéspedes. Al día siguiente salió a caminar y a preguntar por Guajardo, quien efectivamente vivía ahí. A Toribio se le subió la sangre a la cabeza cuando supo que estaba en la misma ciudad que el traicionero.

Controló la ira y pensó cuál sería la mejor manera de proceder. Esa misma tarde divisó a Guajardo, quien iba acompañado por una escolta de siete hombre armados. No sería fácil matarlo, ni siquiera acercársele. Toribio pasó varios días siguiendo las rutinas de Guajardo, hasta descubrir que todos los martes éste iba al mismo café y a la misma hora.

A la mañana siguiente. Toribio se contrató como mesero en ese lugar, que los martes cerraba a la hora en que Guajardo y sus compinches llegaban. Poco a poco, Toribio se fue ganando la confianza de los matones. Durante el tiempo que necesitó para lograrlo, también fabricó una charola doble fondo donde escondería la pistola con la que pretendía matar al traidor. Después de varios meses el día anhelado llegó el siguientes martes Toribio cobraría venganza.

Pero sucedió que ese día por primera vez en casi cuatro meses, Guajardo no llegó a la cita. Tampoco el martes de la semana siguiente. Toribio estaba furioso no podía creer que tanto esfuerzo huera sido en vano. Preguntando se entero que Guajardo había caído enfermo, que habían trasladado hasta Monterrey y que ahí había muerto.