El Presupuesto de 2024 desata una enorme pelea en el Congreso entre los diputados de Morena
El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha mostrado “contentísimo” del presupuesto para 2024 recién aprobado, pero todavía resuenan los gritos que se dieron en el Congreso este miércoles, que no provenían precisamente de la bancada opositora, sino de las filas propias. Los fieles al excanciller Marcelo Ebrard quisieron incluir en las cuentas estatales un artículo transitorio para destinar el 15% de los ingresos excedentes petroleros a la atención del desastre ocasionado por el huracán Otis en Guerrero, pero no fue aprobado. Y se montó un guirigay digno de mejor nombre. La diputada Selene Ávila puso voz al altercado: “Han traicionado a quienes se han quedado sin nada, a los muertos, el anhelo de justicia social es una simulación”, acusó a los de su partido. Cuanto más hablaba más se encendía: “Y si me cuesta el cargo, se los entrego, pero la dignidad, jamás”, gritó, rodeada de aplaudidores. “Los traidores a la patria están dentro de Morena, me avergüenzo de ellos”. “Traidores, traidores”, gritaban los correligionarios como en un coro griego.
El contento repetido por el presidente López Obrador cuando se refiere a sus últimos presupuestos se debe al enorme cariz social que representan, con unos 400.000 millones para personas mayores, un incremento del 25%, o la duplicación del número de becas estudiantiles solo para la etapa básica, según ha mencionado él mismo a modo de ejemplo. Cualquier presupuesto va a tener una contestación desde la oposición, que en esta ocasión ha tachado la propuesta de “electorera” y “clientelar”, pero no se esperaba tal ruido en la bancada propia, donde algunos quieren ver más un último berrinche que ofrezca una causa a Marcelo Ebrard para abandonar Morena, algo que el excanciller decidirá en unas horas. Ante un presupuesto así, los morenistas de cualquier facción podrían presentar cautelas o incluso críticas, pero el discurso a gritos de la diputada Ávila se antojaba excesivo. “Abdicaron de su razón de ser”, espetó a sus colegas. El Gobierno presentó recientemente un plan de recuperación para Guerrero por 61.300 millones de pesos.
El presidente, normalmente contemporizador con el excanciller, hoy ha añadido además un mensaje inquietante: “Ojalá y se dé la unidad, pensando en el proyecto. Si no se piensa en el pueblo, en la nación, no sirve de nada un político; no es más que un oportunista, un convenenciero, un ambicioso vulgar. En política se lucha por ideales y no por cargos”. Sobre los diputados morenistas que se inconformaron en el Congreso ha recordado que “son libres”.
El espectáculo en la Cámara baja no había acabado. Tras el primer momento de asombro, los morenistas reaccionaron y algunos salieron a acorralar a la diputada Ávila. Una colega protestaba contra ella con tanto ardor y gestos que no había quien la calmara. Compañeras iban llegando para aplacar el sofoco, pero no había forma. El Congreso estaba revuelto como en una reyerta callejera, todos los diputados apiñados en una alterada melé. Y al batiburrillo se iban sumando unos y otros, por ver si hacían falta manos para los empujones. No es la primera vez que el Congreso da una función de estas características, pero nunca deja de sorprender que la soberanía popular recaiga en personas tan fáciles de alterar y con esas maneras de expresar su descontento.
La tragedia de Guerrero, con miles de familias afectadas, algunas que lo han perdido todo, la economía hundida en el barro, el turismo arrasado, las escuelas cerradas, el comercio abriendo apenas, los hospitales con graves deterioros, ha despertado el lado solidario de la gente, sin duda, pero también ha sido muy utilizada políticamente. Desde las primeras horas de dolor y estupefacción. El último episodio se ha vivido en el Senado, donde el presidente de Morena, Mario Delgado, acudió a dar un banderazo de salida al camión de los víveres reunidos en la Cámara alta, como si se tratara de una acción de partido o las despensas fueran suyas. La oposición se le echó encima, lo acusó de apropiarse una imagen que no le corresponde y de ir a sacarse la fotografía. Muchos, de todas las bancadas, han participado, incluido los medios de comunicación, en la recogida de los alimentos. Claudia Anaya, del PRI, fue una de las que se quejó por ello y también el diputado panista Julen Rementería. “Han partidizado la ayuda para Acapulco”, criticó este último en la tribuna. Acapulco sigue siendo el motivo de la pelea política, en las filas propias y en las ajenas.
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