El PP apuesta por presionar a los críticos del PSOE tras asumir el portazo del PNV y la dificultad de atraer a Junts
Una vez ganada la partida de la fecha de la investidura, que Alberto Núñez Feijóo ha conseguido fijar para el 26 y el 27 de septiembre, el PP asume que la siguiente pantalla, la de conseguir que prospere, es casi imposible. La dirección del PP sabe, además, que tiene que manejar con cuidado las expectativas para no acusar después mucho desgaste en caso del probable fracaso, y por eso este miércoles, un día después del encargo del Rey al líder popular, todos los portavoces insistieron en que las posibilidades de éxito son “muy complicadas”. El plan todavía está por definir, pero la cúpula del PP ya avanza que, consciente del portazo del PNV y de que atraer a los independentistas catalanes es casi una quimera, la presión tiene que dirigirse hacia los críticos del PSOE.
La estrategia de intentar una investidura sabiendo que no prosperará tiene riesgos a los que no es ajeno el PP. Para empezar, los populares ya han caído en la contradicción de defender ahora que es posible hablar con Junts per Catalunya, después de haber cargado contra el PSOE por “negociar con un prófugo de la justicia”, en referencia al expresident Carles Puigdemont, líder de ese partido. Lo mismo a lo que ahora no se niega Feijóo.
El líder del PP recibió este miércoles el enésimo portazo del PNV, aunque esta vez algo más suave. El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, anunció que acepta una reunión “de mínima cortesía” con Feijoó, pero le avisó, de nuevo: “No vamos a participar en una investidura de la mano de Vox”. En un vídeo grabado remitido a los medios de comunicación, Esteban ironizó incluso con que la reunión podía servir para que Feijóo y él “se conozcan”; “pero no va a servir para nada más”. “Nosotros ya hemos dicho claramente cuál es nuestra posición y que en una investidura de la mano de Vox desde luego nosotros no vamos a participar”.
El partido vasco, con cinco escaños, ha repetido por activa y por pasiva que no respaldará al líder del PP, aunque al menos ahora accede a un encuentro, después de haberse negado en un primer momento siquiera a sentarse con Feijóo. Y los populares, después de haber alentado las posibilidades de un giro del PNV, al que intentaron atraer en las negociaciones de la Mesa del Congreso, asumen ahora que no hay nada que hacer. “El PNV ha renunciado de forma explícita e incomprensible a ejercer su papel de bisagra”, lamentó el vicesecretario del PP, Esteban González Pons, uno de los dirigentes más próximos al líder.
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Con sus 172 apoyos, a cuatro para la mayoría absoluta, la otra vía para que Feijóo lograra salir investido sería el respaldo de Junts per Catalunya (7 diputados) y el líder del PP ha dado orden de explorarla. El PP solo vetará a Bildu de las conversaciones que Feijóo abrirá el próximo lunes con los grupos parlamentarios, lo que implica saltarse el veto al partido de Puigdemont que los populares sí exigen al PSOE. La cúpula de Feijóo ya se enredó con la negociación con Junts a principios de agosto, con declaraciones contradictorias de sus principales dirigentes sobre si se podía o no hablar con los independentistas catalanes, pero ahora la tesis oficial es que sí se puede negociar.
El problema es que implica una contorsión del discurso del PP, que ha pasado de considerar golpistas a los independentistas catalanes y de cargar contra la posibilidad de que un “prófugo” decida la gobernabilidad de España a defender a Junts. “Junts es un grupo parlamentario que, al igual que Esquerra, más allá de las acciones que cuatro personas, cinco, diez, las que fueran, llevaran a cabo, representan a un partido cuya tradición y legalidad no está en duda”, dijo ayer González Pons en Onda Cero, mientras el coordinador general del PP, Elías Bendodo, apuntaba en la SER, al contrario, que Junts “está fuera de la Constitución”. Con todo, el PP admitió también que no hay agua en la piscina para acordar con los catalanes por la concurrencia de la extrema derecha. “Un acuerdo con Junts y Vox al mismo tiempo es imposible”, reconoció González Pons.
Descartada la vía PNV y la de Junts, aunque ambas opciones se estirarán todavía con reuniones y contactos, al PP solo le queda la presión al PSOE. Los populares van a poner el foco en los socialistas, no tanto porque crean que sea posible una división interna, sino porque creen que esa presión incomoda y desgasta a sus adversarios. Algunas voces del PP consideran que Feijóo tenía que haber insistido más en la presión al PSOE desde el día después de las elecciones, y que ahora va tarde, pero en el partido la opinión mayoritaria es que hay que percutir todo lo que se pueda a los socialistas.
El PP empezó ayer a lanzar esta estrategia, y el portavoz del partido, Borja Sémper, apeló a la “responsabilidad” de una parte del PSOE. “Más allá de los barones, lo que vamos a apelar es a la responsabilidad que creemos que existe en una parte del electorado y de los políticos socialistas”, explicó en esRadio. “Había una cosa que nos unía antes [con el PSOE], y era la unidad de España y la idea de que la gobernabilidad no podía recaer en partidos sin ningún interés por España. Nosotros estamos convencidos de que hay una parte del electorado socialdemócrata y del mundo socialista a la que esto les incomoda. Hay gente que está dentro del PSOE que no se siente cómoda en ese escenario, conviene apelar a su responsabilidad, y es lo que vamos a hacer”, defendió.
Las palabras de Sémper recibieron la reacción airada del portavoz parlamentario socialista, Patxi López, que le aconsejó que “deje de hacer el tonto”. “Le puedo asegurar que ningún socialista va a permitir por acción o por omisión que la ultraderecha en este país decida las políticas del gobierno de España. Seguro”, remachó López, tratando de cortar el paso a esta vía de presión del PP, que, sin embargo, todavía tendrá muchos más capítulos en los 35 días que faltan hasta la investidura de Feijóo.
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