El posible pacto con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona divide a las bases de Esquerra


En pleno acelerón de las conversaciones entre el alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, y los partidos de la oposición para ampliar el Gobierno de la ciudad, Esquerra Republicana ha celebrado esta semana cuatro encuentros en sus casals para exponer la situación y escuchar a la militancia. Esquerra, capitaneada en el Consistorio por Elisenda Alamany desde la salida del veterano Ernest Maragall, fue la sorpresa hace dos semanas cuando saltó a la parrilla de salida de los pactos. Con las miradas puestas en un posible acuerdo del PSC con Junts o los comunes de Ada Colau, los republicanos revelaron que también ellos aspiran a jugar el partido. Ese posible pacto divide a la militancia. A un lado, quienes son partidarios de tocar poder después de 12 años en la oposición (los mandatos de Xavier Trias y Colau). Al otro, los que defienden las esencias republicanas, sobre todo los más jóvenes, que rechazan apoyar a los socialistas y apuestan por quedarse en la oposición tras perder la mitad de concejales en las elecciones del pasado mayo. En cualquier caso, defienden, como Alamany y otros concejales, que si se entra sea sin los comunes.

Todo ello ocurre tras las elecciones de la Federación de Barcelona, donde ganó la lista oficialista (encabezada por Eva Baró, concejal en el Ayuntamiento), pero por poquísimo margen. En el mismo grupo municipal conviven regidores partidarios de la dirección y de la corriente crítica. Pero quien ahora gana peso es Alamany, fichada antes de las municipales de 2019 entre las filas de los comunes. En los encuentros con la militancia, tanto ella como los miembros del grupo municipal que han tomado la palabra defienden entrar en el Gobierno. Entre sus razones está que el partido gane relevancia, tenga protagonismo y empuje al PSC a hacer políticas más de izquierdas que en lo que va de mandato. La alternativa, argumentan, es una sociovergencia entre Collboni y Junts que supondría mirar al pasado y políticas de derechas en cuestiones como la vivienda, la gobernanza del turismo o la inmigración. Lo explican asistentes a estos encuentros.

Las bases, a su turno, plantean si no sería mejor darse un tiempo para repensar la estrategia a medio plazo: hacer oposición real (en los últimos dos mandatos ERC ha sido el socio preferente de los comunes), reorganizarse, formar cuadros y candidatos en vistas a las elecciones de 2027. Parte de la militancia alerta de la pérdida de poder desde las municipales de 2023, cuando ERC perdió alcaldías importantes, y de la caída en votos también en las elecciones generales. Atribuyen el castigo electoral a sus pactos con los socialistas, con quien gobiernan en la diputación de Barcelona (donde entraron por la puerta de atrás) y con quien han pactado Presupuestos tanto en la Generalitat como en el Congreso de los Diputados. Pero, por la misma razón, otro sector de las bases defiende gobernar en Barcelona precisamente porque han perdido muchas sillas y las encuestas no les son favorables en Cataluña a un año de las elecciones en el Parlament.

Otra cuestión que han preguntado los casals es qué pasa con los comunes. Porque PSC y ERC suman solo 15 concejales, lejos de la mayoría en el Ayuntamiento, que es de 21. Con Barcelona en Comú sumarían 24. Fuentes del propio partido y también de las filas socialistas son partidarias de prescindir o incluso vetar a Ada Colau (que reveló recientemente que se queda en el Ayuntamiento) y gobernar solos. Los republicanos, y también la propia presidenta del grupo municipal, defienden que, si entran los comunes, ellos perderán protagonismo, quedarán diluidos como tercera fuerza en el Gobierno municipal. Por su parte, los socialistas no quieren a la ex alcaldesa en el Gobierno, ya gobernaron casi ocho años con ella; y añaden que el bipartito PSC-ERC impediría que una mayoría alternativa pudiera desbancar a Collboni.

Elisenda Alemany, Pere Aragonès, Ernest Maragall y Laura Vilagrà en un acto de la campaña de las municipales en Barcelona, en mayo de 2023.KIKE RINCÓN – EUROPA PRESS (KIKE RINCÓN – EUROPA PRESS)

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De hecho, cuentan asistentes a las reuniones de militantes que el veto a los comunes de ERC es parte del argumento para convencerles de los beneficios de entrar en el Gobierno de Collboni y hacer que mire a la izquierda. El discurso oficial de un lado y otro afirma que las conversaciones mantenidas hasta la fecha no han entrado en el reparto de cargos y áreas. Que primero querían escuchar a la militancia y si se avanza, el paquete completo se sometería a votación en una futura votación de las bases.

Gestos de Collboni para todos en el pleno

Mientras, en el pleno municipal celebrado este viernes no hubo pistas de por dónde van los tiros en las conversaciones para forjar un nuevo Ejecutivo municipal. Quien tiene la sartén por el mango, que es el alcalde, hizo gestos con los tres partidos candidatos a pactar. Hacia Junts, el guiño consistió en abstenerse para que prosperara un texto que pedía solicitar el traspaso de edificios propiedad del Gobierno en Barcelona, como la comisaría de la Via Laietana o el Cuartel del Bruc. En el caso de los comunes y ERC, los dos llevaban propuestas en materia los servicios municipales en defensa del acceso a la vivienda y el PSC pacto cambios en los dos redactados para votar a favor: en el caso de los comunes, cuestiones vinculadas a los derechos de los inquilinos; en el caso de ERC, contra el asedio inmobiliarios. Las dos propuestas se aprobaron con los votos de PSC, comunes y ERC. En las intervenciones, solo una vez Collboni recordó a la concejal de los comunes Gemma Tarafa que “los comunes están en la oposición”. Colau intervino solo una vez y apostó de nuevo por el tripartito. Elisenda Alamany no aludió al gobierno progresista a tres.

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