El 23-J no frenó el arranque de la presidencia española de la UE
Los sombríos vaticinios sobre el caos que el adelanto de las elecciones generales en España iba a provocar en el arranque de la presidencia española de turno de la Unión Europea, dañando así la imagen del país, no se han hecho realidad: la cita con las urnas se produjo solo tres semanas después de que España asumiera de Suecia la presidencia semestral del Consejo de la UE y requirió algunos ajustes de agenda. Aun así, el ritmo de reuniones, citas políticas y acuerdos alcanzados durante el mes de julio fue igual o incluso superior al de otras presidencias europeas, según datos cruzados de los “hitos” —en lenguaje bruselense— españoles y la percepción desde las instituciones en la capital belga.
Según los datos recopilados por la presidencia española —cada país hace balances provisionales y otro final, cuando concluye su semestre al frente de la UE—, en julio se celebraron más de 400 reuniones, desde la cita clave con América Latina, que supuso la cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados latinoamericanos y del Caribe (Celac) —la primera en ocho años y que buscaba marcar un antes y un después en las relaciones con el continente latinoamericano—, a encuentros técnicos a diferentes niveles.
Algunas citas, como los cinco Consejos formales celebrados ese primer mes, así como un Eurogrupo, son una parte fija de la estructura de encuentros de la UE. Pero otros, como los trílogos —las reuniones a tres bandas entre representantes del Parlamento Europeo, del Consejo y con presencia de la Comisión para negociar el texto final de las propuestas legislativas de la UE—, dependen más de la agenda de temas pendientes, pero también de la voluntad política del país de turno. En este primer mes, España celebró 17 trílogos políticos, frente a los 7 que convocó la presidencia checa, que también comenzó su semestre en julio del año pasado. España se felicita especialmente por haber logrado ya un acuerdo provisional urgente durante estas reuniones: el que se refiere al Reglamento de Apoyo a la Producción de Municiones (ASAP) que movilizará 500 millones de euros del presupuesto de la UE para aumentar la capacidad europea de fabricación de munición, artillería y misiles, un elemento fundamental de la estrategia de apoyo europeo a Ucrania en su guerra contra Rusia.
En Bruselas, fuentes comunitarias también destacan como un “gran éxito” el haber logrado desbloquear el acuerdo post-Cotonou para refundar la relación entre la UE y 79 países de África, el Caribe y el Pacífico, estancado en infructuosas negociaciones durante los últimos años.
Bajo la batuta española, también se celebraron 14 reuniones de Coreper (el Comité de Representantes Permanentes encargado de preparar los trabajos del Consejo de la Unión Europea), frente a los ocho que República Checa convocó en las mismas fechas del año pasado y los siete de Suecia en su primer mes, este enero. No se trata de rivalizar, puesto que la agenda española está más cargada, dado que será la última presidencia “plena” del actual mandato, ya que los belgas prácticamente solo podrán trabajar los primeros tres meses de su periodo antes de que la preparación de los comicios europeos de junio paralicen Bruselas. Así que todos están pisando el acelerador para sacar adelante iniciativas legislativas clave, como la reforma del mercado eléctrico, el largamente postergado pacto de migración y asilo; la primera norma europea específicamente centrada en la lucha contra la violencia contra la mujer y violencia doméstica o la normativa esencial para la protección de la biodiversidad, la muy disputada Ley de Restauración de la Naturaleza, entre otros.
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Ya lo habían vaticinado los veteranos de Bruselas y parece estar cumpliéndose: la organización de una presidencia de turno de la UE es una tarea que lleva meses y meses de trabajo detrás y que, cuando llega el momento, deja poco espacio para la improvisación. España no es, de hecho, el primer país que celebra elecciones en medio de este periodo: solo en los últimos turnos, le pasó ya a Francia en el primer semestre de 2022. Y Suecia asumió el pasado enero la presidencia con un gobierno nuevo —y de signo radicalmente diferente— al que había preparado el programa para su semestre europeo, que pese a ello no varió (otra cosa es que los ministros suecos encargados de arbitrar los encuentros hicieran más o menos énfasis en algunos temas o priorizaran unos u otros puntos de la agenda original).
“Las presidencias las llevan sobre todo la gente de aquí [las representaciones en Bruselas] y con un plan hecho. No recuerdo un caso donde una elección afectara gravemente a una presidencia, es una cuestión de organización”, señala una fuente institucional europea. “Y España es un país con experiencia” en esta tarea, recuerda en referencia a las cuatro ocasiones previas en que el país asumió la tarea desde que ingresó en el bloque comunitario.
Además, el hecho de que no haya habido un cambio inmediato de gobierno hace que, pese a la incertidumbre en España respecto a la formación de gobierno o la posibilidad incluso de que haya una repetición electoral, en Bruselas (donde preocupaba especialmente la posibilidad de que la ultraderecha de Vox pudiera llegar a formar parte de un gobierno) se dé prácticamente por descontado que la presidencia española no va a sufrir cambio alguno, puesto que una nueva cita con las urnas se produciría, en todo caso, a finales de año, cuando España estaría a punto de entregar la batuta de la presidencia a Bélgica. Otro país, por cierto, que vivirá elecciones durante su mandato: tanto las nacionales como las europeas, fijadas para junio de 2024.
Sí es cierto que el adelanto electoral provocó algunos cambios de agenda: la tradicional visita de los comisarios europeos a la capital anfitriona tuvo que ser adelantada unos días para evitar que coincidiera con el inicio de la campaña electoral. El mismo motivo por el que Pedro Sánchez ha retrasado hasta septiembre su comparecencia ante el pleno de la Eurocámara para explicar las prioridades de la presidencia española, un acto que estaba inicialmente previsto el 13 de julio. Pese a que la cumbre con la Celac estaba considerada uno de los grandes hitos de la presidencia española, el jefe del Gobierno español también se ausentó tanto de la cena de gala de la primera jornada como de la rueda de prensa final, para asistir a sendos mítines de su partido.
Con todo, el ritmo de la presidencia española en su primer mes ha sido intenso. Tras un segundo mes, el de agosto, en el que Bruselas, como la mayoría de las capitales europeas, se vacía, el ritmo promete volver a ser intenso con la vuelta en septiembre.
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