‘Influencers’ de derechas y otras grandes sorpresas televisivas de la investidura de Pedro Sánchez


La cosa viene de hace meses. Seis para ser precisos. Porque fue a mediados de mayo de este 2023 cuando Alejandro Salem, nombrado consejero delegado de Mediaset, declaró: “Ana Rosa no hará política en las tardes de Telecinco”. La hemeroteca tiene estas cosas, que se lo digan a Pedro Sánchez. O a lo mejor es que ha habido que hacer de la necesidad virtud, quién sabe.

Pero el caso es que a mediados de noviembre tenemos a la política judicializada, a la judicatura politizada y ahora también al entretenimiento ideologizado. Un poco más a un lado que a otro, la verdad. “Es un paso que requiere valor”, dijo Pedro Sánchez acerca de la amnistía en el primer de la sesión de su investidura. Y valor es lo que hace falta para adentrarse en los magacines de estos días, algunos de Mediaset y otros de Atresmedia, en los que nada es lo que parece porque la amnistía ocupa su buen minutaje. Menos mal que nos queda el divorcio de Chenoa, la jarana del hijo de Conde Pumpido y las fotos de Genoveva Casanova con el heredero de Dinamarca. El oxígeno que necesitamos.

Dicen los que saben que este artículo debe arrancar con la tarde del lunes, día 13, en la que Ana Rosa Quintana decidió cambiar su “mesa VIP” (sic) y arrancarse por soleares. “Empezamos de forma un poco especial. Como comprenderán ustedes, con lo que está pasando en nuestro país, tenemos que hablar de esas cosas que pueden cambiar el futuro de los españoles”, dijo la periodista. A partir de ahí dijo cosas que sorprenden a un total de cero personas porque no es la primera vez ni la última en la que demuestra que le gusta la política tanto como el Atlético de Madrid. Se nota, se siente, Quintana disidente. No le gusta la amnistía, aboga por manifestarse de forma pacífica y apela a los socialistas de bien.

Ana Rosa Quintana, en ‘TardeAr’, el magacine que presenta y dirige.

Pero antes de ese segundo lunes de mes, este país tan formidable, que diría Sánchez, había dado muestras de grandeza en otros formatos audiovisuales.

Nos había permitido ver a Gonzalo Miró discutiendo con Susanna Griso tras la firma del acuerdo entre el PSOE y Junts en Más Espejo, la parte de variedades de Espejo público. Miró, una criatura mediática que lo mismo te vale para una pasarela, para hablar de salseo, comentar un partido o abogar por el Estado de bienestar, decidió justificar la necesidad del acuerdo. Minuto de oro, magia pura, cuando dice: “Yo no creo que dentro del socialismo todo el mundo lo interprete como que se rompe España…”. “Ya está quebrada, Gonzalo”, le interrumpe, con voz de Arias Navarro, Mariló Montero, ante la atenta mirada de Ángel Antonio Herrera y Miquel Valls, que comparten sofá con el hijo de Pilar Miró.

‘Vendepatrias’ y alegrías

Y nos había permitido también ver un video en redes sociales de don Francisco Arévalo, Paco, el de los chistes de gangosos, el que compartió paellas y teatros con Bertín Osborne en una obra que se llamó Mellizos. Está cerca de la sede del PSOE de donde quiera que viva, hablando de constitucionalidad. “No me importa el político que sea, me da igual, España es lo primero. Incluso me atrevo a decirle a nuestro Rey que no firme el acuerdo, por favor, que se mantenga en su puesto”, afirma. Luego hace una alusión a Franco, pero este texto merece dar hueco a otros protagonistas. Ana Obregón y Miguel Bosé también han salido en sus redes llamando “traidor” y “vendepatrias” a Sánchez. Todo alegrías.

Volvamos al lunes 13. El Hormiguero vuelve a ser el programa más visto del día con la visita del periodista deportivo Josep Pedrerol. “Te quiero hacer una pregunta como catalán”, avanza Pablo Motos. Este cebo es interesante, si lo piensan. Hacer preguntas como lo que uno es, manchego, Libra o ambidiestro. La pregunta va por la amnistía, claro. Pedrerol mira a cámara sin necesidad de preguntar cuál es la suya y habla para España entera: “No me quiero creer que sea verdad lo que están diciendo que va a pasar. No puedo creer que alguien mercadee por siete votos”. Aplausos del público que hacen venirse arriba al entrevistado. Opta por apelar a la conciencia de los diputados socialistas de cualquier provincia de España que no sea catalana. “¿Votarán en contra de su pueblo?”, pregunta. “Pedro, tienes tiempo si me estás viendo -y no soy nadie-, tienes tiempo para pensar lo que vas a hacer el miércoles y el jueves”. Pausa dramática que cierra Motos con una frase lanzada como si hubiera dado un pase de pecho: “Ahí queda eso”.

Martes, día 14. En Espejo público comentan que hay unas cuantas influencers que se han manifestado políticamente en contra de la amnistía. María Pombo y Rocío Osorno, por ejemplo. Veamos. Han pasado cosas extraordinarias en Instagram estos días, como que gentes que han destilado ideología desde el primero de sus stories, por lo que dicen y cómo, contrarios al aborto, patriotas de pulserita, quieran sentar un precedente. “Sabéis que no me gusta hablar de política, pero tal y como están las cosas…”, dicen. Qué precio tan alto pagáis por ser políticamente incorrectas, amigas.

Gonzalo Miró y Mariló Montero, en 'Espejo público'.
Gonzalo Miró y Mariló Montero, en ‘Espejo público’.

En las tardes de Telecinco, nos cuentan que Daniel Sancho sigue sin ser juzgado y que los jóvenes no pueden ahorrar, así que como para comprarse una casa. Ana Rosa le pide a Pedro Sánchez que por favor haga más viviendas sociales. Hablan del caso Dani Alves y cuando conectan con la periodista que cubre el caso, Mayka Navarro, residente en Barcelona, esta se queja del viento que le impide tener buenos pelos durante la conexión. “Ya lo sabes, la culpa es de Puigdemont”, bromea Quintana. Un rato después, comentan el despliegue policial ante la sesión de investidura. “Los ánimos de los españoles siguen crispados”, dice.

Andy y Lucas y Maquiavelo

Esa noche, en El Hormiguero hay una chica del público que llora mucho. La cámara la enfoca al menos un par de veces, pero no está triste porque quiere que gobierne Feijóo, sino porque se separan Andy y Lucas. Los muchachos son majos, bien trabajadores y por culpa de la salud del segundo, que se define como “psicópata del trabajo”, van a tener que despedirse de su público. Cantan un poco y ya tienen superada la broma del quién es quién. Son de amores, por cierto, es un temazo.

Luego viene la tertulia de actualidad. Formada por Motos, Juan del Val, Miguel Lago, María Dabán y Rubén Amón. “Me parece una vergüenza”, “síntomas de Estado bananero”, “enorme mentira”, a uno de ellos no le gusta el titular de portada de EL PAÍS, vaya por Dios. Ninguno defiende mínimamente la postura del Gobierno. Habla Motos. “Hay un montón de catalanes que no tienen nada que ver con esto y que no les gustan los nacionalistas”. Ajá. “Que la gente se ponga de acuerdo en algo es muy difícil. Y que se ponga de acuerdo en algo tan incómodo cuando sabes que en este momento por alzar la voz y dar una opinión que no sea la del Gobierno el precio que se paga es alto…”. Muy alto, la verdad.

Más tarde se cita a Vicente Vallés y se reproducen los greatest hits de políticos socialistas que dijeron barbaridades de la amnistía y que se emitieron en el informativo de las nueve, porque en esto, como en tantas otras cosas, el PSOE está quedando regular tirando a fatal.

En La Sexta, mientras tanto, El Intermedio sigue haciendo chistes con una gracia más bien escasa sobre este y otros asuntos.

Tarde del miércoles 15. Telecinco se carga por un día Así es la vida y enlaza con la señal del Congreso de los Diputados. Vemos a Pedro Sánchez y a Alberto Núñez Feijóo. Un poco antes de las seis hay programa especial de TardeAR con mesa política. Todo mujeres. Susana Díaz, Cristina Cifuentes, Estefanía Molina y María Claver. La moderadora sale con todo. “Discurso frentista de casi dos horas”, “es presidente solo de una parte de los españoles, los que le han votado”, “yo o el caos, yo y la amnistía o la ultraderecha”. Después de la pausa de publicidad, dice que recurrir a lo de hacer de la necesidad virtud es “maquiavélico”, que Aznar no condiciona “para nada” a Feijóo, que “lo de Ferraz está movido de otra manera” y que no entiende “la deriva de Vox”. Ahí queda eso, que diría Pablo Motos.

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